Jacopo

En la bucólica mañana del 9 de enero a las 11 a.m., el sol aún decidía no salir.

En el concesionario Ducati Génova, finalmente recogí la Multistrada V4 Rally: estaba ansioso por conducir esta moto por las carreteras toscanas. Llovía, pero no me importaba. Estaba demasiado emocionado.

Después de la breve explicación sobre la moto, finalmente partí hacia el famoso Paso del Bracco y luego descendí hasta Cinque Terre.

Primera parada para repostar. Nunca había tenido una moto con un tanque tan grande, y fue hermoso darme cuenta de que podía recorrer varios kilómetros con un solo depósito lleno.

El Paso del Bracco estaba desierto y envuelto en niebla. Nunca lo había visto así, y admito que, en algunos aspectos, era aún más hermoso, casi mágico.

En el descenso, a pesar de su tamaño, gracias a su chasis la moto se sentía como una bicicleta.

Al llegar a Monterosso, descubrí que acababan de completar la restauración de la “Estatua del Gigante”, algo muy esperado. La estatua era impresionante, y el mar agitado daba la sensación de que el enorme hombre de piedra nos defendía de sus olas.

Tomé el camino de regreso hacia La Spezia, pero decidí tomar la autopista para ver cómo se comportaba la moto.
¿Qué puedo decir? Era realmente cómoda.

Por la noche, me detuve a descansar, listo para partir al día siguiente en dirección a los Alpes Apuanos, Garfagnana y Val di Lima.

Las carreteras entre las canteras de mármol blanco estaban llenas de túneles estrechos y pequeñas calles húmedas, mezcladas con agua y polvo de mármol, bastante resbaladizas. Se convirtieron en un excelente campo de pruebas donde la Multistrada V4 Rally no presentó ninguna dificultad.

También entré en la cantera Henraux, rica en murales. Tras llegar a Val di Lima, me dirigí a Florencia, a las puertas del Mugello: el lugar ideal para llevar la Multistrada, entre los pasos de montaña más famosos de la zona entre Toscana y Emilia-Romaña.

Dediqué esos días a recorrer Muraglione, Giogo, Futa y Raticosa, alternando con pequeños tramos de off-road.

Las condiciones climáticas no eran las mejores, los días anteriores había llovido y las carreteras de montaña estaban embarradas, a veces con algo de nieve. Pero la moto se comportó muy bien.

Obviamente, no podía perderme una parada en uno de los circuitos que considero de los más hermosos del mundo: Mugello.

Mientras bajaba hacia Florencia, estaba un poco preocupado por enfrentar el tráfico de la ciudad con una moto tan grande y tres maletas. Pero tuve que cambiar de opinión.

Solo quedaban dos días de aventura. Fui a Viterbo a través del Chianti, la famosa Eroica y el Val d’Orcia para visitar Civita di Bagnoregio. Finalmente, llegué a Ducati Viterbo.

Estas tierras no necesitan presentación: una extensión de viñedos y campos típicos de la campiña toscana. Pude probar la Multistrada V4 Rally en un terreno que, en mi opinión, le pertenece más: la tierra.

La suspensión absorbía cualquier irregularidad, la posición de pie era cómoda para mis 1,80 m gracias a las plataformas sin goma que daban un buen agarre a la bota.

El motor, como era de esperar, siempre tenía potencia de sobra.

Finalmente, había llegado a mi destino, el concesionario Ducati Viterbo, donde entregué las llaves con gran pesar. Era el momento de despedirme de ella.